¿Cine y libros ‘made in USA’? ¿Y si les damos la espalda?
En la decadencia del imperio americano que estamos contemplando tal vez anide el principio del fin de su influencia cultural


Hace unos días, un compañero de cuyo nombre él no quiere que me acuerde me planteó un debate que me ha hecho chispas en la cabeza desde entonces: ¿no deberíamos, ahora que EE UU se ha vuelto como se ha vuelto, dejar de enfocar tanto la cultura estadounidense? ¿Debemos los medios seguir dando tanta importancia a los autores que vienen de un país que se repliega y que nos quiere humillar?
El debate es interesante porque nos apela a todos, críticos o lectores. Y seguramente no vamos a cambiar ipso facto, porque la potencia de la cultura que llega de EE UU sigue siendo formidable y porque las inercias no mutan a golpe de arancel, pero cabe preguntarse si en esta decadencia del liderazgo estadounidense que estamos contemplando no anidará también el fin de su influencia cultural. Que llegará cuando llegue.
En el caso español, tenemos la suerte de compartir lengua con la América hispanohablante y podemos celebrar el milagro argentino, por ejemplo: el brillo de numerosos autores con reconocimiento en todo el mundo como Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Dolores Reyes, Leila Guerriero, Camila Sosa, Gabriela Cabezón Cámara y una lista enorme que incluye los últimos premios Alfaguara, Nadal o Finestres. Países como México, Colombia y Nicaragua brillan con luz propia. Y Europa en general, que cuenta con su propia riqueza y que hoy también escucha las voces del Este (Lea Ypi, Georgui Gospodínov, Svetlana Alexiévich) se abre cada vez más a una cultura llegada del Lejano Oriente que hoy tiene en Han Kang su máxima expresión.
Los focos culturales se mueven, sí, pero la preponderancia sigue siendo norteamericana y una de las razones seguramente sea la propia capacidad de autorretratar la decadencia del sueño americano. Ellos nos lo están contando y nos fascina contemplarlo.
¿Y si lo estadounidense nos deja de interesar? Esa será otra cuestión. El turismo hacia EE UU ya cae, los vuelos bajan ante los signos dictatoriales. ¿Y los libros? ¿Y las películas? No lo harán. No todavía. No mientras el imperio de nuestra era siga agrietándose en su armazón de valores. Grandísimas películas y libros retratan los Estados Unidos de Trump desde hace décadas, mucho antes de que tuviéramos el gusto. El género del fin del sueño americano es más viejo aún que nuestra memoria y está en Qué fue de los Mulvaney de Joyce Carol Oates, Revolutionary Road de Richard Yates, Vidas rebeldes de John Houston, Hud, con Paul Newman, o Arde Mississippi con Gene Hackman, por citar solo algunas. Así que, por el contrario: probablemente y de momento, vamos a contemplar el espectáculo. Y que se abra el debate.
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